ESCENA 7
Sala de espera de un hospital. Llantos de niños, ruido de una ambulancia, quejidos
de algún enfermo. Rosa, una mujer de 40 años, un poco pálida y ojerosa, vestida de
sudadera y zapatillas deportivas, espera en una silla de la sala. Tiene su cartera
bajo el brazo y se soba con una de sus manos, el costado derecho de su espalda. Se
nota que tiene dolor, pero aguanta y de vez en cuando sonrÃe. Rosa llena un
formulario.
ROSA: He llenado este formulario por lo menos cinco veces. Cada vez que vengo me
dicen que necesitan mi historia médica y yo no entiendo para qué, si finalmente la
conclusión es la misma: vuelva después que todavÃa no le han aprobado su
medicamento. Vuelva después que el especialista no tiene agenda de citas abierta.
Vuelva más tarde porque tenemos caÃdo el sistema y no podemos verificar el pago de
la EPS. (Rosa suspira y de todas maneras se esmera por llenar el formulario con
cuidado). Si tuviera trabajo, ya me hubieran echado. No hay jefe que aguante cinco
incapacidades en un mes. Pero tengo mi pensión. Lo bueno de hacer un (como
aprendido de una lección y escribiendo en el formulario) trabajo incapacitante a
largo plazo. Ya me lo sé de memoria. Lo único bueno. No que yo supiera que mi
trabajo estaba catalogado asÃ, pero cuando ya no hubo nada que hacer, fue que me
enteré. Ya qué. Tarde. Pero bueno, por ahora, mirar para adelante. (Leyendo) Nombre
completo y firma: (Escribe) Rosa Ofelia Hortúa Escobar. Edad: Tengo 41 años,
aunque sé que me veo de más de 50. Hijos: Tengo tres, Isabel, Jaime y el pequeñito
Félix. Estado civil: casada. Pero será solo para llenar los formularios porque marido
no hay. Se fue. Este es un paÃs de hijos sin padres. Hay excepciones, pero en general,
no hay hombres a la hora de los hijos. Hay hombres para el trago, para el sexo,
incluso para el trabajo hay hombres. Pero para la familia, para los hijos, entonces los
hombres se vuelven niños o lo que es peor, muertos, no existen.